Desde los
comienzos y a la hora idear una aventura en el mundo de los GUIONES, me propuse
a tomar un lápiz y poner la primera palabra que se me cruzara por la cabeza.
Así que tome un cuaderno, y con lápiz en mano escribí: “NO SÉ QUE PONER”.
Meses atrás
había tomado unos apuntes de guión, los cuales exprimí. Sin duda mi meta era
crear una historia que pudiera atrapar (como se supone) al espectador. Y ese
día estaba allí, creyendo que iba a dar un giro en mi vida desde aquel momento,
y de hecho que fue así. Solo, en mi
departamento y en medio del silencio.
No pasaría
mucho tiempo hasta empezar a conocer al personaje que había creado. ¡Había tomado
vida! Y eso, es el mejor de los comienzos. Entonces cada vez que me sentaba a escribir él venía a verme y hacerme compañía. Tal vez pienses que estoy algo loco. Y bueno, de hecho un guionista debe estarlo. O si no lo está. En algún momento se trasforma en ello.
Esta es una fracción
de mi primer guión para largometraje. Un
thriller psicológico que pretende, no ahondar en el “trastorno de identidad disociativa”
(que es un trastorno verdadero) pero sí, embutir en la mente de una persona que
lo padece. Y que de hecho lo padece a
montones.
Hoy en día, después de haberme convertido en un autor de diversas historias les quiero compartir una fracción de mi primer guión.
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